Conseguir una temperatura idónea en nuestras casas durante el día y la noche es primordial para el descanso y la salud. Algo que no se consigue subiendo los grados de la calefacción con el consiguiente susto en nuestra factura, sino logrando un nivel de confort a través de un sistema adecuado y unos buenos hábitos fáciles de cumplir. La Biología del Hábitat trabaja para “enfriar y calentar de forma saludable” y esto pasa por una serie de medidas activas y pasivas basadas en las pautas básicas de la Bioconstrucción.

El invierno está aquí y la bajada de temperaturas junto a las pocas horas de sol se deja notar en nuestro cuerpo y también en nuestro hogar. Este espacio donde pasamos una gran parte del día nos protege como una tercera piel, por encima de nuestras capas dérmicas y de la ropa de abrigo que nos ponemos. De la calidad de los materiales utilizados a la hora de construir una casa dependerá el grado de aislamiento conseguido y con ello un mayor ahorro energético y en nuestro bolsillo.

La Bioconstrucción estudia de forma exhaustiva los recursos constructivos del edificio. “Antiguamente se estudiaba la orientación y el lugar donde levantar una casa. Hoy en día se construyen edificios sin atender a estos principios”, recuerda Petra Jebens-Zirkel, arquitecta y presidenta del Instituto Español de Baubiologie (IEB). La orientación, tal y como hacían nuestros antepasados, es fundamental para contar con grandes ventanales en la cara sur que permitan que el sol de invierno caliente la estancia.

Desde el IEB también se da mucha importancia al aislamiento térmico, con materiales de construcción orgánicos como la madera y las fibras naturales como el cáñamo, evitando siempre cualquier superficie plastificada. Otras medidas constructivas para obtener un mantenimiento energético eficiente es la estanqueidad, que evitará que entre el aire frio, sin olvidar de la importancia de la ventilación en invierno. “Desde la Biología del Hábitat se aconseja abrir ventanas de forma cruzada durante unos 5 minutos, si puede ser varias veces al día para evitar la acumulación del dióxido de carbono (CO2). Una buena ventilación garantiza la salubridad”, recuerda la arquitecta en Bioconstrucción.

Rehabilitaciones eficientes y buenos hábitos

Pero si nuestra casa no fue construida siguiendo los paradigmas de la Bioconstrucción existen alternativas para hacer más eficiente nuestro hogar. “Poner planchas de corcho natural o fibras de madera consigue un efecto energético importante y también es posible hacerlo en edificios en bloque”, explica Petra Jebens-Zirkel.

La Biología del Hábitat utiliza el término “atemperar” que significa calefacción suave a base de sistemas de bajas temperaturas. ¿Qué sistema de calefacción es el más adecuado para nuestra salud? La Bioconstrucción apuesta por el calor radiante mediante el suelo y todavía mejor a través de las paredes. Como resultado, se logra un confort térmico de radiación lateral similar al sol de invierno, sin necesidad de elevar la temperatura y por ende, un importante ahorro de energía. Si a esto le sumamos unos materiales naturales e higroscópicos como la madera conseguiremos el máximo confort para el espacio. “El calor por radiación es más saludable que el de convección ya que éste llega, por ejemplo, a través de radiadores de aluminio y el calor del aire sube rápidamente hacia arriba y es necesario elevar la temperatura”, explica Jebens-Zirkel.

El calor radiante logra unas condiciones óptimas a temperaturas más bajas y por ello combina muy bien con tecnologías de energías renovables como sistemas solares, bombas de calor y calderas de biomasa.

Nuestros hábitos también ayudan a guardar el calor en casa. Gestos tan simples como dejar pasar la radiación solar durante el día a través de las ventanas de orientación sur y bajar persianas o cerrar contraventanas al atardecer será fundamental.

La comunidad científica recomienda una temperatura entre 18 y 21 grados en invierno pero son muchos los factores que intervienen para atemperar de forma adecuada los interiores. Un mal uso puede desembocar en las conocidas “enfermedades de la calefacción”. Cansancio, malestar, nerviosismo, irritabilidad, resfriados, insomnio, reuma, enfermedades circulatorias, disminución del rendimiento, pérdida de defensas, alergias, etc. son algunos de los síntomas que pueden sobrevenir como consecuencia de una inadecuada calefacción. “Debemos conseguir un equilibrio saludable que nos haga sentir bien con una atmósfera armoniosa teniendo en cuenta las propiedades térmicas de los materiales y buscando el confort y la salud en las personas”, asegura Jebens-Zirkel.

La combinación de un buen aislamiento con materiales naturales contribuirá a un nivel especial de confort y un excelente clima ambiental y nos aportará beneficios gracias a un mayor suministro de oxígeno, una buena irrigación sanguínea de la piel, respiración profunda y ligera, relajación de la musculatura vascular, mejora del metabolismo y de la vitalidad en general.

Para más información:

www.baubiologie.es

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