Una crónica muy personal del Seminario presencial de alumnado del Máster en Bioconstrucción IEB, celebrado en Agotzenea el pasado mes de noviembre. Por Inhar Agirrezabal, arquitecto y tutor de la 24ª edición.
Me gustaría hablaros del programa: recepción, prueba de evaluación a primera hora, la corrección, las presentaciones, visita guiada de lujo a Agotzenea, el taller de tóxicos, el trabajo en grupo, taller de materiales, del taller práctico con tierra del lugar o la sesión de clausura con el equipo IEB. Me encantaría describiros el maravilloso lugar donde nos alojamos y el proyecto que Ander y Urtzi están construyendo para todas nosotras: la hogan, las estufas de inercia, tierra, yeso, paja, madera, cal, fuego. Me apetecería, mediante estas palabras, que pudierais llegar a saborear todo lo que disfrutamos estos días en la mesa: local, vegano, de temporada, saludable, terapéutico.
Pero todo ello es solo el marco perfecto, una buena excusa, para que se dé lo más importante: el encuentro entre personas. En tiempos de distanciamiento, es el encuentro quien nos hará crecer. Encuentro de conocimientos, diversidades, procedencias, culturas, inquietudes, intenciones, sueños, objetivos, preocupaciones e ilusiones, sobre todo ilusiones varias.
Han pasado más de diez años desde mi primer seminario presencial. Y creo haber hallado la respuesta a una cuestión que se repite en cada encuentro: ¿por qué siempre se alargan tanto las pausas de infusión? Porque son el momento más importante de los seminarios, del mismo modo que queda entre líneas lo mejor de la poesía.
Gracias IEB y todo su equipo por ofrecerme la oportunidad de seguir creciendo de forma continuada. Gracias a todo el alumnado por cuestionarme, amplificar mis dudas y compartir vuestra ilusión. Gracias a todas las personas presentes por la experiencia del encuentro.
Aunque la nieve invitaba a pausarse y a quedarse, nos despedimos pitando con algo de miedo a quedarnos en la carretera.
Las estufas de inercia de Agotzenea ofrecen calor durante el resto del tiempo con una sola carga al día. ¿Cuánta carga necesitamos cada una para mantener viva la llama de la bioconstrucción en nuestro día a día? Espero que el chute nos llegue hasta el próximo encuentro a finales de primavera. Mientras, por si no fuera suficiente, seguiremos alimentando el hogar online, que no significa a distancia.
Hasta la próxima, un abrazo.