La madera ha sido uno de los materiales básicos en la construcción por sus grandes beneficios. Una sustancia natural que no necesitaría del adjetivo “ecológico” si no fuera por los tratamientos con sustancias químicas, tóxicas y nocivas para la salud que la industria utiliza de forma genérica. “La madera es como una esponja capaz de absorber y regular la humedad”, explica Manu Gayete sobre este material vivo y sostenible, pero si a una esponja la metemos en una bolsa de plástico será incapaz de empapar el agua. Así le pasa a la madera cuando ciertos tratamientos le impiden transpirar.
Este carpintero dejó la gran ciudad por el entorno rural buscando un estilo de vida más responsable, ecológico y sostenible. De eso han pasado ya 25 años y desde entonces no ha cesado en su empeño de investigar y probar tratamientos libres de tóxicos para el cuidado de la madera. Biofustería es el nombre de su negocio y filosofía, una búsqueda de la armonía entre las personas con el entorno a través de la belleza. Su visión holística le hace crear soluciones para carpintería de interior, cerramientos y muebles personalizados.
Este profesor del Seminario de Diseño Interior que lanza el Instituto Español de Bioconstrucción (IEB) este mes de febrero, ofreció un interesante webinar titulado “Adhesivos y acabados naturales para la carpintería interior y el mobiliario”, una formación muy interesante que despertó dudas y curiosidades entre los participantes.
Manu Gayete habló de su propia experiencia. De cómo, ante la falta de productos libres de tóxicos en el mercado, comenzó haciendo sus propias mezclas y experimentar bajo la regla de “prueba-error”. Por ello, a pesar de ser uno de los expertos en el tema, insiste en aprender de sus fallos y compartir sus conocimientos con otras personas para seguir mejorando. Una prueba más de la importancia de contar con una Escuela de Formación que se está impulsando desde el IEB.
Una buena elección de la especie arbórea atendiendo a sus características y usos, así como la búsqueda del acabado más idóneo, fue el inicio de la charla de este carpintero, afincado en el Pirineo leridano. Es tal su pasión por buscar la excelencia que se sumerge en la historia para descubrir el uso del alquitrán como tratamiento utilizado por la Armada Invencible. “Sólo nos queda conocer lo que la industria nos ofrece para poder experimentar”, por ello no escatimó explicaciones sobre sus propias mezclas con el aceite de linaza y el tung para conseguir una mayor resistencia o sumar los beneficios del aceite de abeja con el de carnaúba.
En las últimas décadas la evolución en materiales para la bioconstrucción ha sido grande, no así en la fabricación de los barnices, resinas y disolventes libres de tóxicos, sobre todo para exteriores, donde este sector todavía está por explotar. Por eso, muchas de las dudas fueron dirigidas hacia dónde acudir. “Tener contactos y hablar con los fabricantes es la mejor forma de encontrar la solución”, respondió Gayete.
Otro de los debates abiertos estuvo en valorar el coste de una restauración frente a un mantenimiento más constante. Factores como la incidencia del sol, la orientación o el tipo de madera son determinantes para valorar el coste de una restauración frente a los beneficios. “Siempre es mejor dar soluciones constructivas desde el inicio que no buscar luego remedios”, reflexionó Gayete.
El propósito del trabajo de Biofustería es la búsqueda del producto libre de tóxicos o con la mayor salubridad. Por eso, sin olvidar la eficiencia energética que siempre aporta la madera en una construcción, Gayete transmitió esta búsqueda por sentirse bien en el espacio que se habita. “En el interior de una vivienda, lo que no se ventila, se respira”, resumió.